Cute Purple Pencil
Conquistas mi espacio sin invadirlo.

jueves, 28 de junio de 2018

Debes serlo

Tomarte de la mano me hace volar alto... muy alto, debes ser un ángel...

El mundo de Jadasah

jueves, 21 de junio de 2018

Te deseo

Te deseo coraje para decir basta, te deseo que olvides a quien se olvidó de ti, te deseo que puedas cerrar puertas y abrir ventanas, te deseo que no te conformes, que no te quedes con la culpa, te deseo que te atrevas, te deseo que te quieras, te deseo ojeras y risas, te deseo locura y magia, también te deseo errores para aprender, te deseo viento, para dejarte llevar, te deseo chispas en la mirada, colores en los días grises, paraguas para las malas tormentas y lluvia para calarte, te deseo "te echo de menos", te deseo abrazos de los que duran toda la vida cuando cierras los ojos, te deseo viajes y nuevos recuerdos, te deseo huracanes de emociones, que te hagan sentir, te deseo que te quieran sin que te necesiten, te deseo una nueva canción favorita y nueva fecha que te haga sonreír, te deseo besos bonitos, brindis con los labios y te deseo ganas... las de seguir.

jueves, 14 de junio de 2018

La lagartija Chan conoce el pueblo de Silvia García

Chan era una lagartija nada aventurera. Lo sabía porque cuando escuchaba las historias de sus abuelas lagartijas le entraba un miedo atroz con solo pensar que tenía que salir por callejuelas de pueblos llenas de muchos otros animales vecinos, al intenso sol, con muchos niños correteando… 

No se sabe por qué, pero Chan llegó con su familia de lagartijas a vivir a una zona de grandes edificios, con pocos animales alrededor y con poco sol. Correteaba todos los días por un jardín abandonado sin que nadie la molestara detrás de su alimento, entre sus flores y con su madre así que vivía muy tranquila.

Un buen día, Chan estaba caminando cerca del asfalto cuando no se enteró del ruido que hacía un niño al correr y sintió como alguien la cogía.

- ¡Ahhhhh Dios mío! ¡Me han atrapado! A mí, que vivo en la máxima tranquilidad. 

El niño tenía a Chan en su mano izquierda, la observaba y sonreía por el original hallazgo. En la otra mano tenía una pequeña jaula. 

- ¡Qué feliz soy! -dijo en alto el niño mientras metía a Chan en la jaula-. Ya tengo una mascota

Chan gritaba para sus adentros:

- ¿Dónde me lleva? Pero si soy una lagartija. Cómo voy a ser su mascota. 

No había podido avisar a su mamá y se llevaría un disgusto. 

El niño enseñó a Chan a todos sus amigos del barrio y al día siguiente la metió en el maletero del coche para llevársela de fin de semana a su casa del pueblo. Chan pensó que nunca más estaría en libertad pero no fue así, nada más llegar a un pueblo llmado Toldesilla sintió como le daba el aire en su rostro. ¡Por fin podría ser libre!

El niño apoyó la jaula en el suelo y abrió la pequeña compuerta. Chan estaba muerta de miedo, para ella era como ir a la selva. El niño la sacó con sus pequeños dedos y Chan correteo entre la tierra que nunca había conocido antes.

Por primera vez sintió que tenía sus pequeñas patas muy ágiles, con el miedo que tenía y resulta que era más fácil arrastrarse por la tierra. El niño jugaba mientras a ponerle una carretera con piedras. Chan se divertía intentando esquivarlas. De repente sintió que alguien la llamaba:

- Ey tú ¿Quién eres? ¿No te conozco?

Chan miró para la derecha y vio a un pequeño insecto muy raro para ella.

- Soy Chan la lagartija ¿Y tú? 

- Soy Teo el escarabajo. 

El niño vio que Chan se paraba con el escarabajo y los juntó a los dos en otra parte del mismo jardín. Chan y Teo se hicieron amigos esa mañana y cuando el niño se fue y los dejó solos. Chan disfrutó del intenso sol del que tanto le hablaban sus familiares, de trepar por las rocas, de comer más variado que en la ciudad… ¡Qué divertido era el pueblo!


Pasaron varios días y Chan disfrutaba del entorno cuando por segunda vez en tan poco tiempo sintió que lo volvían a atrapar. Intentaba mover su cuerpo para percibir quien era esta vez y volvió a reconocer al niño al que le tenía que estar agradecida. Otra vez la horrible jaula. El niño consiguió volver a meter a Chan en el recipiente y llevárselo a la ciudad de nuevo.

Chan pensaba que al final si lo cambiaba de sitio se volvería a quedar solo pero no fue así. El niño lo devolvió al mismo lugar donde lo había cogido y Chan pudo encontrarse con su familia de lagartijas que la habían echado de menos y disfrutaron mucho de las historias nuevas que Chan contó.

Valores: valentía y superación.

jueves, 7 de junio de 2018

El conejito soñador de Eva María Rodríguez

Había una vez un conejito soñador que vivía en una casita en medio del bosque, rodeado de libros y fantasía, pero no tenía amigos. Todos le habían dado de lado porque se pasaba el día contando historias imaginarias sobre hazañas caballerescas, aventuras submarinas y expediciones extraterrestres. Siempre estaba inventando aventuras como si las hubiera vivido de verdad, hasta que sus amigos se cansaron de escucharle y acabó quedándose solo.

Al principio el conejito se sintió muy triste y empezó a pensar que sus historias eran muy aburridas y por eso nadie las quería escuchar. Pero pese a eso continuó escribiendo.

Las historias del conejito eran increíbles y le permitían vivir todo tipo de aventuras. Se imaginaba vestido de caballero salvando a inocentes princesas o sintiendo el frío del mar sobre su traje de buzo mientras exploraba las profundidades del océano.

Se pasaba el día escribiendo historias y dibujando los lugares que imaginaba. De vez en cuando, salía al bosque a leer en voz alta, por si alguien estaba interesado en compartir sus relatos.

Un día, mientras el conejito soñador leía entusiasmado su último relato, apareció por allí una hermosa conejita que parecía perdida. Pero nuestro amigo estaba tan entregado a la interpretación de sus propios cuentos que ni se enteró de que alguien lo escuchaba. Cuando acabó, la conejita le aplaudió con entusiasmo.

- Vaya, no sabía que tenía público- dijo el conejito soñador a la recién llegada -. ¿Te ha gustado mi historia?
- Ha sido muy emocionante -respondió ella-. ¿Sabes más historias?
- ¡Claro!- dijo emocionado el conejito -. Yo mismo las escribo.
-  ¿De verdad? ¿Y son todas tan apasionantes?
- ¿ Tú crees que son apasionantes? Todo el mundo dice que son aburridísimas…
- Pues eso no es cierto, a mí me ha gustado mucho. Ojalá yo supiera saber escribir historias como la tuya pero no sé...

El conejito se dio cuenta de que la conejita se había puesto de repente muy triste así que se acercó y, pasándole la patita por encima del hombro, le dijo con dulzura:
- Yo puedo enseñarte si quieres a escribirlas. Seguro que aprendes muy rápido
- ¿Sí? ¿Me lo dices en serio?
- ¡Claro que sí! ¡Hasta podríamos escribirlas juntos!
- ¡Genial! Estoy deseando explorar esos lugares, viajar a esos mundos y conocer a todos esos villanos y malandrines -dijo la conejita-

Los conejitos se hicieron muy amigos y compartieron juegos y escribieron cientos de libros que leyeron a niños de todo el mundo.

Sus historias jamás contadas y peripecias se hicieron muy famosas y el conejito no volvió jamás a sentirse solo ni tampoco a dudar de sus historias.

Valores: amistad y autoconfianza.