Puede que no sea la mejor persona del mundo, puede que me equivoque en la mayoría de las cosas que trato de hacer bien, puede que no sepa sacar sonrisas cada vez que quisiera, y puede que en ocasiones resulte insoportable. Detesto miles de cosas, detesto las comidas con cuchara, detesto caminar temprano con escarcha, es horrible la forma en la que me despierta el despertador. Odio las conversaciones a medias y la pizza sin orégano, no aguanto la agresión del fuerte al débil, ni la pulpa de naranja flotando en mi zumo, no me gusta la gente no servicial ni excesivamente superficial, no me gustan las valoraciones sarcásticas ni la humildad excesiva que se convierte en soberbia, no me gusta dormir entre arrugas ni que me juzguen por algunas locuras. Me horroriza el orgullo y lo mío es mío y lo tuyo es tuyo, me asustan las despedidas y las amistades perdidas, no comprendo la fortaleza cuando se trata de dureza, ni que casi a diario me pueda la pereza. Me duele la razón cuando se trata del corazón, y me duele cuando la gente prefiere armazón. No soporto mil cosas, y de todas ellas una la que más.
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