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lunes, 31 de diciembre de 2018

Reflexiones de fin de año

Todo cae por su propio peso.

Hace como tres años, pensaba que la perfección humana era posible por los buenos sentimientos que a veces se presentan en pequeñas circunstancias de la vida, incluso para no exagerar si no era completa pues esperaba que un poco sí, pero lo que no podía comprender eran en los errores que cometemos las personas, la verdad sentía que una traición se pagaba con lo peor que se le puede dar a una persona, o al menos dejar de tratarla como lo que se supondría que fuera una persona.

Hasta que no me pasó por la mente que yo podría estar en sus zapatos y para bien o para mal se tomó esa decisión para ser franco me tomaron años comprenderla pero me sirvió para crecer como persona y entender que las personas no somos perfectas.

Cuando trates de poner tu dedo y juzgar a una persona primero piensa en todas las acciones malas que has cometido y piensa en que quizás no debes de apuntar y marcar, si no debiéramos ayudarnos a crecer como lo que somos y así aprender a salir adelante.

Hay cosas que aparentemente no se olvidan y viven en ese extraño lugar que se llama recuerdo, a veces gris, a veces tan oscuro, que no nos permiten ver con claridad, siendo tan malo lo que pasó, tratemos de ver en nuestro en nuestro interior y pensar si es justo quedar con el rencor en nuestros corazones o simplemente perdonar esta injuria producida. Al fin y al cabo no estamos eximidos a equivocarnos.

Hace tiempo leí "ten cuidado con lo que das, porque podrías recibirlo algún día". Efectivamente, esta ley no falla y siempre se pagan nuestras acciones, solo que para la persona que lo dice con ánimo de que le quede claro a otra que pagará por su acción y se siente capaz de jugar como un "dios", le invito a que piense en todas sus acciones y piense si él es perfecto.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Insomnio

Se extinguieron jaleos y luces:
todo está sumido en calma.
Se escapan por alguna ventana abierta
orgullosos ronquidos del jornalero.

Su mujer al lado resopla quejidos
cotidianos de esposa devota y madre.

Y sus cuatro hijos, diablillos traviesos,
por fin duermen como los angelitos
santos, colmados de pan y manzanas.
Es la hora terrible de enfrentarme
a los pensamientos rebeldes, que no se convencen
de que ha terminado por hoy la jornada.


La mente se fija en un punto muerto
perforando el techo hasta los cielos
y, por dormir, empieza a contar ovejitas,
como un pastor que se queda de noche
en el campo a vigilar su rebaño.

Aunque los perros no ladren, él sabe
que el delincuente lobo-lobito merodea
hasta altas horas de la madrugada.


El pastor, con los ojos entreabiertos,
recuenta a sus ovejitas blancas,
blancas como su cálida lana
que abriga los trepidantes miedos,
o como su leche materna que salva la vida
del sueño prematuramente nacido.


Igual que mis pensamientos, el pastor no duerme,
pues le falta en recuento esa única ovejita negra
que se marchó del rebaño a buscar su destino.
Por favor, Señor, que no le ocurra nada.
¿Estará enferma? ¿Pasará el hambre?
¿Hallará un descanso leve en algún redil extranjero?



No. No duerme el pastor de mis pensamientos,
añorando a su distinguida ovejita negra:
la más amada, pródiga venturera.


Elén Kalintchenko Taller Creativo

jueves, 20 de diciembre de 2018

La manzana

Toda culpa sigue siendo de Eva
que a mordiscos quebró el tabú divino.
Desde entonces… ¿quién quisiera devolver la vista
a la ciega de nacimiento justicia?


O curar la mudez del discreto silencio
que esconde nuestros mejores secretos
detrás del espejo -traidor confidente-
que dibuja nuestra imagen con pintas
de insolentes pecadores felices.

¡Ay, qué ganas, qué ganas incontenibles!

de entregar al espejo mi cuerpo desnudo,
pero no me basta con solo morder la manzana
por llenar la boca de su dulce jugo vedado.
Pues anhelo, hasta que llegue nuestro ocaso,
pan y vino diarios compartir contigo,
recogiendo juntos los delicados racimos
con las manos manchadas en fermentada harina:
que seamos viñadores de nuestros placeres
y panaderos de nuestros hambrientos destinos.



No me tientes, mi espejito,
no voy a morder la manzana,
porque soy Poesía fecunda que llueve
irrigando la tierra. Y luego despeja los cielos
con su radiante cariño cultivando el fruto
de la vida que a todos nos nutre.


Elén Kalintchenko Taller Creativo

jueves, 13 de diciembre de 2018

La sombra

Dulce sombra de mi vida,
¿cómo es que ya no me sigues?
¿Por qué estás tan indolente, echada
sobre esa blanca e inhóspita cama?


Anda, vámonos, sal conmigo
de esta casa que huele a miedo
y también a moribundo podrido,
al que la muerte le ha señalado
con su largo dedo ganchudo.


No te quedes inmóvil, sombra mía,
si jamás me habías fallado.
¿Cómo es que ya no me miras?
Soy la luz que tú replicabas,
arrastrando tu grisácea forma
tras zancadas mías y pasitos inciertos
de intentos, fracasos y glorias.



Venga, sígueme como siempre,
no puedes dejarme ahora,
porque nunca muere la sombra
antes de que muera su amo.


Elén Kalintchenko Taller Creativo

jueves, 6 de diciembre de 2018

Bellas mentiras

Viento recio e indeciso,
dime que me amas.
No importa si me mientes:
las mentiras bellas no duelen.

No permitas que mi flor muera
en algún container del florista.
Antes de que ella se marchite,
llévame contigo lejos
de escaparates urbanitas
al lugar de los ensueños,
donde no existen compraventas.

Déjame besar tu alma
con mis labios partidos.
Haz que vuele mi palabra
a tus hombros remontada,
libre de tributos y promesas.

Dime, Viento, que me amas.
No importa si me mientes:
las mentiras bellas no duelen.

Elén Kaintchenko Taller Productivo