Viento recio e indeciso,
dime que me amas.
No importa si me
mientes:
las mentiras bellas no duelen.
No permitas que mi flor muera
en algún container del florista.
Antes de que ella se marchite,
llévame contigo lejos
de escaparates urbanitas
al lugar de los ensueños,
donde no existen compraventas.
Déjame besar tu alma
con mis labios partidos.
Haz que vuele mi palabra
a tus hombros remontada,
libre de tributos y promesas.
Dime, Viento, que me amas.
No importa si me mientes:
las mentiras bellas no duelen.
Elén Kaintchenko Taller Productivo
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