Toda culpa sigue siendo de Eva
que a mordiscos quebró el tabú divino.
Desde entonces… ¿quién quisiera devolver la vista
a la ciega de nacimiento justicia?
O curar la mudez del discreto silencio
que esconde nuestros mejores secretos
detrás del espejo -traidor confidente-
que dibuja nuestra imagen con pintas
de insolentes pecadores felices.
¡Ay, qué ganas, qué ganas incontenibles!
de entregar al espejo mi cuerpo desnudo,
pero no me basta con solo morder la manzana
por llenar la boca de su dulce jugo vedado.
Pues anhelo, hasta que llegue nuestro ocaso,
pan y vino diarios compartir contigo,
recogiendo juntos los delicados racimos
con las manos manchadas en fermentada harina:
que seamos viñadores de nuestros placeres
y panaderos de nuestros hambrientos destinos.
No me tientes, mi espejito,
no voy a morder la manzana,
porque soy Poesía fecunda que llueve
irrigando la tierra. Y luego despeja los cielos
con su radiante cariño cultivando el fruto
de la vida que a todos nos nutre.
Elén
Kalintchenko Taller Creativo
No hay comentarios:
Publicar un comentario